Si bien la noción de aprendizaje se asocia con los conocimientos que se adquieren en la escuela, las bases para aprender comienzan a constituirse mucho antes. Estas se remontan a los primeros intercambios con la madre en los que la continuidad de la atención y cuidados permite que se actualicen, se organicen y desarrollen las habilidades cognitivas. Más precisamente, diremos que la experiencia sensorial temprana, de placer y/o displacer, que se obtenga en los contactos corporales se constituirá en la primera referencia de interpretación de la realidad. Así, en un principio, el mundo será percibido, alternativamente, como confiable o a amenazante, pasa ir integrándose poco a poco en una sola percepción en la que, en los casos saludables, predomina una visión confiable de las personas, así como una tolerancia a las frustraciones que deriva del intercambio con estas. De allí la importancia de centrar el estudio del desarrollo en los aspectos emocionales más tempranos del vínculo afectivo con la madre, campo de investigaciones en el que son fundamentales los avances que se viene produciendo dentro de la teoría psicoanalítica.
Psicodinamismos de la maternidad
El deseo de tener un hijo forma parte del desarrollo psicosexual infantil. Los niños juegan a ser padres, actuando roles en imitación e identificación con lo percibido en sus propios padres. Estos juegos facilitan la afirmación de la identidad sexual y el despliegue de actitudes orientadas a la atención, cuidado y protección hacia el otro, satisfaciendo fantasías de identificación con aquellos aspectos de poder de las figuras parentales (pines, 1968).
Con la llegada de la adolescencia, la libido sufre una nueva evolución, el incremento de la pulsión sexual pugna por la separación de la figuras parentales en busca de nuevos objetos. Esta madurez física impulsa a la joven mujer a separarse de su madre, permitiendo la materialización de sus fantasías a través de su acceso a las relaciones sexuales, así como de la posibilidad de convertirse en madre.
El embarazo puede servir para resolver conflictos del pasado, o para que estos encuentren otro escenario de repetición (Mills, 1997). Así, el feto puede ser retenido físicamente, protegido y traído a la vida, o rechazado a través de un aborto (pines, 1981). Con el primer embarazo se reafirma la identidad femenina, al permitir que la mujer experimente y desarrolle, junto con los procesos físicos, sus capacidades psíquicas de contención. La relación con el bebe se inicia antes de que este nazca. Los padres desarrollan un intercambio imaginario con su hijo, en quien no solo proyectan anhelos sino también temores y conflictos. Dependiendo de la intensidad de las fantasías asociadas al bebe, la madre podrá acercarse o alejarse defensivamente del feto, y ello influirá en el encuentro posterior a su nacimiento.
El nacimiento trae a la realidad al bebe de la fantasía, quien hace presente a través de su físico (sexo, color, formación) y de la intensidad de sus demandas, entre la madre y el hijo se materializa una interacción en la que cada uno aporta su individualidad:
Psicodinamismos de la maternidad
El deseo de tener un hijo forma parte del desarrollo psicosexual infantil. Los niños juegan a ser padres, actuando roles en imitación e identificación con lo percibido en sus propios padres. Estos juegos facilitan la afirmación de la identidad sexual y el despliegue de actitudes orientadas a la atención, cuidado y protección hacia el otro, satisfaciendo fantasías de identificación con aquellos aspectos de poder de las figuras parentales (pines, 1968).
Con la llegada de la adolescencia, la libido sufre una nueva evolución, el incremento de la pulsión sexual pugna por la separación de la figuras parentales en busca de nuevos objetos. Esta madurez física impulsa a la joven mujer a separarse de su madre, permitiendo la materialización de sus fantasías a través de su acceso a las relaciones sexuales, así como de la posibilidad de convertirse en madre.
El embarazo puede servir para resolver conflictos del pasado, o para que estos encuentren otro escenario de repetición (Mills, 1997). Así, el feto puede ser retenido físicamente, protegido y traído a la vida, o rechazado a través de un aborto (pines, 1981). Con el primer embarazo se reafirma la identidad femenina, al permitir que la mujer experimente y desarrolle, junto con los procesos físicos, sus capacidades psíquicas de contención. La relación con el bebe se inicia antes de que este nazca. Los padres desarrollan un intercambio imaginario con su hijo, en quien no solo proyectan anhelos sino también temores y conflictos. Dependiendo de la intensidad de las fantasías asociadas al bebe, la madre podrá acercarse o alejarse defensivamente del feto, y ello influirá en el encuentro posterior a su nacimiento.
El nacimiento trae a la realidad al bebe de la fantasía, quien hace presente a través de su físico (sexo, color, formación) y de la intensidad de sus demandas, entre la madre y el hijo se materializa una interacción en la que cada uno aporta su individualidad:
° El bebe: su constitución, tendencias innatas al desarrollo, movilidad t sensibilidad, e instintos.
° La madre: un estado psicológico denominado preocupación maternal primaria (Winnicott, 1956) que consiste en una sensibilidad exaltada que le permite adaptarse a las necesidades de su bebe. Corresponde a un estado transitorio que supone la elaboración y consiguiente renuncia al bebe idealizado durante el embarazo, hacia el reconocimiento, aceptación y entrega al bebe de la realidad.
El lenguaje afectivo de la interacción entre la madre y su bebe se produce en un nivel predominantemente sensorial. Son los roces, las caricias, los gemidos y llantos lo que constituyen las primeras referencias de comunicación. En la calidad de la manipulación (handling) y sostén (holding) se darán las posibilidades de un encuentro satisfactorio del bebe (winnicott, 1964).
La inmadurez que caracteriza a la criatura humana al nacer consiste en un estado de indefensión que la coloca en una relación de absoluta dependencia con su medio ambiente, específicamente con respecto a su madreo o sustituta. El bebe requiere para desarrollarse que sus necesidades y gestos espontáneos sean atendidos, acogidos y respondidos.
Papel del Padre
Al igual que la mujer, en el hombre también ocurre un proceso de transformación interna frente a la paternidad. La expectativa del hijo moviliza en el padre deseos provenientes de su pasado que serán proyectados en el hijo, sentido en un inicio como una extensión de si mismo. En identificación con las necesidades de la madre y del bebe, el padre se hace presente facilitando las condiciones de apoyo afectivo y materias l que favorezcan el desarrollo d la relación madre – hijo. Su participación afectiva es fundamental en el proceso de separación y discriminación de la realidad. Gracias a su presencia, el niño podrá gradualmente vivir la situación edifica, a través de la cual conseguirá diferenciar los sexos y, con el tiempo, la generaciones.
El padre introduce un orden cultural en el psiquismo del hijo que se estructura a través de la instauración de la norma, acontecimiento que lacan llama “la ley del padre”, aludiendo a la importancia de un momento del desarrollo que implica el reconocimiento y aceptación de los limites de la realidad. Así el padre se constituye en la figura de autoridad que ordena la ubicación generacional y se ofrece como modelo de identificaron sexual. Por lo tanto, la relación con el padre es de gran importancia en el proceso de desarrollo e independencia emocional.
Fallas en el vínculo Temprano
La repetida inadecuación del ambiente para salir al encuentro de las necesidades del bebe, por un lado, o las deficiencias constitucionales que dificulten en forma significativa una interacción suficientemente satisfactoria, por el otro, constituyen los principales motivos de la psicopatología del desarrollo afectivo, que se expresaría en:
° Inestabilidad emocional
° Discapacidades múltiples
° Psicosis tempranas
° Alteraciones psicosomáticas
° Retados de maduración
Bibliografía
. NOVELLA, A; y, ROCA, M. El crecimiento emocional del niño en la escuela. Edit. Centauro, 1992.
3 comentarios:
Me encanta este tema es el enfasis principal de nuestro curriculum educativo.
Sencillamente facinante.
Cariños
Son la madre y el padre responsables de la futura personalidad del nino, eso ya lo sabemos, ahora, la pregunta es ?los psicologos, podremos llegar a las mentes maduras, invadidas por un aprendizaje adquirido (de los modelos parentales), que actua enfocado bajo el principio de lealtad (super yo)? dicha lealtad fue estructurada de manera transgeneracional logrando una introyeccion de los modelos que actuan dirijiendose no hacia los objetos de fuera sino todo lo contrario actuan contra el mismo self logrando el mismo impacto que tendria la conducta manifiesta de alguna persona que ejerce autoridad en el nino. mama y papa aprendi a rechazar y con esto obtengo la forma de amor que me diste el rechazo de los demas. soy muy inteligente aprendi que no era importante ya que su atencion la recibia con gritos y golpes o se me olvidaba papa me llamo selene y tengo 32 anos y todavia espero deperdida un grito.
creo que es importantísima la formación de la relación vincular, pero ¿qué pasa cuando ambas figuras significativas se encuentran ausentes? ¿con quién se forma el vínculo?.
si es qe hay bibliografía disponible acerca de esto te agradecería recomendala.
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