1) Desarrollo del rapport
Acercarse a un niño pequeño que ha sufrido maltrato requiere de una buena capacidad de empatía y comprensión por parte del profesional, y de cierta experiencia en el trato con los niños. Conocer la manera como se expresan, utilizar su vocabulario, o al menos, saber comprenderlo.
Desde lo postural el entrevistador ya estará dando al niño confianza o no para hablar.
En general, se aconseja comenzar conversando sobre temas generales, neutros, apropiados para la edad del niño, con lo cual se puede evaluar sus habilidades verbales y le permite al entrevistado practicar para responder a preguntas abiertas no inductivas.
Por ejemplo: indagar sobre sucesos conocidos como su última fiesta de cumpleaños o una salida con amigos, la última película que vio en el cine...
2) Explicación de la necesidad de decir la verdad, aunque no de un modo amenazante.
Es importante saber si el niño conoce la diferencia entre decir la verdad y mentir. Algún simple ejemplo que pueda construirse entre ambos servirá para evaluar esta capacidad."Si digo que mis zapatos son blancos ¿estoy diciendo la verdad?"
En ningún momento el niño tiene que sentirse incómodo como si sospecháramos que pudiese estar mintiendo, pero sí debe entender que es importante que los relatos sean ciertos. El secreto que le obligaron a mantener o sobre lo que no se animó a hablar, seguramente será un tema difícil de abordar, por eso debemos ser pacientes al encarar con el niño este proceso de develamiento.
3) Introducción del tema objeto de la entrevista
Una vez que hemos logrado cierto grado de rapport con el niño, que nos presentamos y ya conocemos algo de él, cuando lo observamos más relajado y cómodo, podremos encarar el tema concreto de su posible victimización. En esto radica una diferencia respecto de otras entrevistas libres. En este caso hay que ir al encuentro de la situación traumática con la profesionalidad que esto requiere, esto es, indagar sin inducir ni re-victimizar. La manera de hacerla y el timing nos lo dará el niño y nuestra intuición y capacidad como terapeutas. Hasta dónde seguir profundizando lo evaluaremos en cada encuentro. Siempre puede quedar para otra entrevista algún detalle sobre el que el niño se angustia o se muestra renuente a hablar, que por supuesto quedará registrado en nuestro informe y tenido en cuenta en la evaluación.
Pero, una vez más debemos considerar que de lo que se trata es da informar de una situación traumática de la que el niño dará cuenta recurriendo a la memoria de hechos que seguramente fueron confusos para él y aún lo siguen siendo y que comprometen a alguien de su entorno tal vez querido y temido al mismo tiempo y con consecuencias legales difíciles de aceptar para él y su familia.
4) Estimulación de una narración libre
La entrevista no puede ser sólo un cuestionario que el niño conteste bajo presión. Por el contrario, contribuirá mucho más a la veracidad de la misma el que el niño logre un relato lo más espontáneo posible. Por eso insistimos que realice una narración libre sin interrupciones ni interpretaciones del profesional, el cual estará atento registrando tanto el lenguaje verbal como el no verbal para luego confeccionar las preguntas que le formulará más tarde para un mejor esclarecimiento.
5) Planteo de preguntas generales
Siempre en orden a lograr una entrevista que utilice la mayor cantidad de medios de expresión y comunicación al servicio del niño que sean adecuados a su nivel evolutivo es útil plantear preguntas generales que, en determinados casos, son más fáciles de contestar, antes de recurrir a preguntas más específicas que requerirán más elaboración y confianza por Parte del niño.
La elección de las mismas y su ubicación dentro de la entrevista será, una vez más; un trabajo del profesional para adecuar su necesidad de indagar a las posibilidades del niño y sus necesidades.
6) Planteo de preguntas específicas
Las preguntas específicas darán sustento a los hechos relatados o las emociones asociadas, a elementos que serán clave en la evaluación del daño sufrido y el riesgo en que se encuentra el niño. Por ejemplo: si el abusador utilizó el castigo o la amenaza, si usó la fuerza, si tenía o no la ropa puesta, si hubo testigos del hecho, si pudo contárselo a alguien con anterioridad y qué consecuencias tuvo esto, etc.
No sólo no hay que dar nada por supuesto, sino que es fundamental que sea el niño el que aporte los detalles. No es lo mismo el caso de una víctima que sólo puede repetir una y otra vez que su papá "le hizo cosas feas" sin agregar a pesar de los diferentes intentos por parte del perito ningún detalle, que aquel niño que nos habla del color o el olor del semen, por ejemplo.
En todos los casos, ya sean preguntas generales o específicas, siempre es preferible que sean abiertas, es decir, que el niño no sólo deba contestar por sí o por no, pues en ocasiones nos quedará la duda si el niño se muestra complaciente con nosotros creyendo que estamos esperando un sí, o si se distrajo y no está tan atento a lo que le preguntamos.
Nunca el niño debe percibir ningún tipo de presión por parte del profesional para afirmar talo cual cosa, menos aún ningún juicio de valor o interpretación de su conducta.
La clave es que se sienta protegido para develar lo sufrido en un ambiente de confianza que lo contenga afectivamente en este doloroso proceso.
7) Utilización de instrumentos de ayuda en la entrevista, diferentes juguetes o juegos.
La situación de sentarse a hablar con una persona desconocida, no es el ámbito en el que un niño se sienta más cómodo y relajado.
Por eso, es útil contar con elementos de juego y otros de expresión artística, tales como hojas, lápices de colores, plastilina.
Es evidente que, lo que a veces, un niño no se anima a contar con palabras puede ser graficado moldeado.
Los juguetes, en especial los bebés sexuados, parejas de adultos varón y mujer, los títeres y hasta las familias de animales pueden colaborar para que un niño inhibido o muy pequeño nos cuente qué le pasó y con quien.
En todos los casos habrá que indagar al niño si aquello que dibujó o escenificó en el juego tiene alguna relación con lo que a el le pasó. El juego, como el dibujo, siempre requiere de una descripción del niño para no incurrir en falsas interpretaciones o señalamientos que no se corresponden con el sentido que el niño quiso otorgarle.
8) Conclusión
Por último, la entrevista requiere de una conclusión en la que el entrevistador se ofrece para responder a las preguntas del niño si las hubiera, y a contactarse con él en otra oportunidad, si así lo requiriese.
En ocasiones, ésta ha sido la primera y Única oportunidad de compartir estos temas con alguien que comprende y escucha sin juzgar. Es importante, entonces, no desaprovecharla en pos de iniciar en el niño un proceso de sanación y en la necesaria interrupción de un abuso crónico a un menor indefenso.
Acercarse a un niño pequeño que ha sufrido maltrato requiere de una buena capacidad de empatía y comprensión por parte del profesional, y de cierta experiencia en el trato con los niños. Conocer la manera como se expresan, utilizar su vocabulario, o al menos, saber comprenderlo.
Desde lo postural el entrevistador ya estará dando al niño confianza o no para hablar.
En general, se aconseja comenzar conversando sobre temas generales, neutros, apropiados para la edad del niño, con lo cual se puede evaluar sus habilidades verbales y le permite al entrevistado practicar para responder a preguntas abiertas no inductivas.
Por ejemplo: indagar sobre sucesos conocidos como su última fiesta de cumpleaños o una salida con amigos, la última película que vio en el cine...
2) Explicación de la necesidad de decir la verdad, aunque no de un modo amenazante.
Es importante saber si el niño conoce la diferencia entre decir la verdad y mentir. Algún simple ejemplo que pueda construirse entre ambos servirá para evaluar esta capacidad."Si digo que mis zapatos son blancos ¿estoy diciendo la verdad?"
En ningún momento el niño tiene que sentirse incómodo como si sospecháramos que pudiese estar mintiendo, pero sí debe entender que es importante que los relatos sean ciertos. El secreto que le obligaron a mantener o sobre lo que no se animó a hablar, seguramente será un tema difícil de abordar, por eso debemos ser pacientes al encarar con el niño este proceso de develamiento.
3) Introducción del tema objeto de la entrevista
Una vez que hemos logrado cierto grado de rapport con el niño, que nos presentamos y ya conocemos algo de él, cuando lo observamos más relajado y cómodo, podremos encarar el tema concreto de su posible victimización. En esto radica una diferencia respecto de otras entrevistas libres. En este caso hay que ir al encuentro de la situación traumática con la profesionalidad que esto requiere, esto es, indagar sin inducir ni re-victimizar. La manera de hacerla y el timing nos lo dará el niño y nuestra intuición y capacidad como terapeutas. Hasta dónde seguir profundizando lo evaluaremos en cada encuentro. Siempre puede quedar para otra entrevista algún detalle sobre el que el niño se angustia o se muestra renuente a hablar, que por supuesto quedará registrado en nuestro informe y tenido en cuenta en la evaluación.
Pero, una vez más debemos considerar que de lo que se trata es da informar de una situación traumática de la que el niño dará cuenta recurriendo a la memoria de hechos que seguramente fueron confusos para él y aún lo siguen siendo y que comprometen a alguien de su entorno tal vez querido y temido al mismo tiempo y con consecuencias legales difíciles de aceptar para él y su familia.
4) Estimulación de una narración libre
La entrevista no puede ser sólo un cuestionario que el niño conteste bajo presión. Por el contrario, contribuirá mucho más a la veracidad de la misma el que el niño logre un relato lo más espontáneo posible. Por eso insistimos que realice una narración libre sin interrupciones ni interpretaciones del profesional, el cual estará atento registrando tanto el lenguaje verbal como el no verbal para luego confeccionar las preguntas que le formulará más tarde para un mejor esclarecimiento.
5) Planteo de preguntas generales
Siempre en orden a lograr una entrevista que utilice la mayor cantidad de medios de expresión y comunicación al servicio del niño que sean adecuados a su nivel evolutivo es útil plantear preguntas generales que, en determinados casos, son más fáciles de contestar, antes de recurrir a preguntas más específicas que requerirán más elaboración y confianza por Parte del niño.
La elección de las mismas y su ubicación dentro de la entrevista será, una vez más; un trabajo del profesional para adecuar su necesidad de indagar a las posibilidades del niño y sus necesidades.
6) Planteo de preguntas específicas
Las preguntas específicas darán sustento a los hechos relatados o las emociones asociadas, a elementos que serán clave en la evaluación del daño sufrido y el riesgo en que se encuentra el niño. Por ejemplo: si el abusador utilizó el castigo o la amenaza, si usó la fuerza, si tenía o no la ropa puesta, si hubo testigos del hecho, si pudo contárselo a alguien con anterioridad y qué consecuencias tuvo esto, etc.
No sólo no hay que dar nada por supuesto, sino que es fundamental que sea el niño el que aporte los detalles. No es lo mismo el caso de una víctima que sólo puede repetir una y otra vez que su papá "le hizo cosas feas" sin agregar a pesar de los diferentes intentos por parte del perito ningún detalle, que aquel niño que nos habla del color o el olor del semen, por ejemplo.
En todos los casos, ya sean preguntas generales o específicas, siempre es preferible que sean abiertas, es decir, que el niño no sólo deba contestar por sí o por no, pues en ocasiones nos quedará la duda si el niño se muestra complaciente con nosotros creyendo que estamos esperando un sí, o si se distrajo y no está tan atento a lo que le preguntamos.
Nunca el niño debe percibir ningún tipo de presión por parte del profesional para afirmar talo cual cosa, menos aún ningún juicio de valor o interpretación de su conducta.
La clave es que se sienta protegido para develar lo sufrido en un ambiente de confianza que lo contenga afectivamente en este doloroso proceso.
7) Utilización de instrumentos de ayuda en la entrevista, diferentes juguetes o juegos.
La situación de sentarse a hablar con una persona desconocida, no es el ámbito en el que un niño se sienta más cómodo y relajado.
Por eso, es útil contar con elementos de juego y otros de expresión artística, tales como hojas, lápices de colores, plastilina.
Es evidente que, lo que a veces, un niño no se anima a contar con palabras puede ser graficado moldeado.
Los juguetes, en especial los bebés sexuados, parejas de adultos varón y mujer, los títeres y hasta las familias de animales pueden colaborar para que un niño inhibido o muy pequeño nos cuente qué le pasó y con quien.
En todos los casos habrá que indagar al niño si aquello que dibujó o escenificó en el juego tiene alguna relación con lo que a el le pasó. El juego, como el dibujo, siempre requiere de una descripción del niño para no incurrir en falsas interpretaciones o señalamientos que no se corresponden con el sentido que el niño quiso otorgarle.
8) Conclusión
Por último, la entrevista requiere de una conclusión en la que el entrevistador se ofrece para responder a las preguntas del niño si las hubiera, y a contactarse con él en otra oportunidad, si así lo requiriese.
En ocasiones, ésta ha sido la primera y Única oportunidad de compartir estos temas con alguien que comprende y escucha sin juzgar. Es importante, entonces, no desaprovecharla en pos de iniciar en el niño un proceso de sanación y en la necesaria interrupción de un abuso crónico a un menor indefenso.
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