Continuando con los aportes de nuestros lectores, hoy queremos agradecer a Jorge Luis Chapi Mori Estudiante de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, actualmente Internista de Psicología del Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado – Hideyo Noguchi” por el interés y por colaborar con este espacio, que tiene como uno de sus objetivos informar e intercambiar conocimientos con otros estudiantes de psicología. Así mismo reiteramos la invitación a que sigan enviando sus aportes a esta su página. VISIÓN PSICOLÓGICA.
El lenguaje, instrumento máximo de la información social de la humanidad, propia del proceso de socialización, resume, parafraseando a Ortiz (1997), las exigencias que hizo el hombre en el proceso sociogenético para aunarse, en su entorno, con sus semejantes y la naturaleza. De esta forma al tratarse de una forma de comunicación en la que intervienen signos orales y gráficos, ésta no deja de ser un proceso continuo, ya que en ella se dan actividades interactivas de codificación y decodificación. Y precisamente éste ultimo proceso es al que prestaremos más atención y al que nos avocaremos para referirnos acerca de la comprensión del lenguaje.
La comprensión lingüística es también un proceso, en el cual el principal objetivo es la interpretación del estímulo verbal que llega a nuestro sistema lingüístico, o para decirlo mejor, psicolingüístico, ya que no sólo se trata de mecanismos físicos y puramente verbales dado que el componente psicológico se encuentra manifiesto y también subyacente en cada actividad del lenguaje. La comprensión del lenguaje supone entonces una interacción de mecanismos biológicos, psicológicos y sociales, organizados en la estructura cerebral del hemisferio izquierdo, donde se sitúa el principal centro de la comprensión lingüística (área de Wernicke), (Morris & Fillenz, 2003). Con esto no estamos tomando parte de un localizacionismo biológico extremo, sino más bien se rescata el concepto de actividad psíquica cuyo soporte biológico excelso es el cerebro, denominado por Di Stéfano (1976) como órgano funcional, responsable fáctico de dicha actividad. Por otra parte Luria (1974) agrega, que en el lenguaje impresivo o receptivo tiene mucho que ver la actividad del hemisferio izquierdo, pues éste mantiene un sistema de conexiones que aíslan o identifican características fonémicas fundamentales o especiales.
Para iniciar la interpretación del lenguaje el “primer paso” es el reconocimiento físico del estímulo, donde nuestro sistema sensorial perceptivo pone en juego su análisis pertinente a los sonidos o formas visuales presentes; aquí es precisamente donde hay que poner mucha atención pues se comete a veces el error de englobar todo este proceso de comprensión al lenguaje escrito, debido a su facilidad de manejo en lo pragmático, sin embargo se nota claramente que el lenguaje hablado o llamado habla, así como el escrito, tienen mecanismos similares, ya que varían sólo en algunos detalles psicofisiológicos. Al no interferir algún elemento, denominado ruido, en la comunicación lingüística, el siguiente “paso” es el reconocimiento psicolingüístico, dado por la percepción de fonemas, así como la identificación de las palabras que faciliten el reconocimiento de frases, sean éstas, aisladas o relacionadas en una oración, para luego llegar a la comprensión de unidades lingüísticas superiores como los textos o discursos verbales. Pero esta secuencialidad no funcionaría si es que no se maneja un mismo código lingüístico – el idioma –, dado que éste es el que va a permitir que nuestro bagaje léxico “reaccione” y permita la decodificación correcta, hecho que recién permitirá la comunicación verbal, así como encontrar dificultades – si las hay –, a nivel social, porque si un individuo no comprende a este nivel, entonces nos da un indicador del poco desarrollo cognitivo que puede tener, al no interpretar un mensaje devenido de su propio contexto cultural social. En este punto ya estamos viendo lo importante que es el conocimiento teórico del factor psicológico y social para poder encontrar ciertos problemas a nivel lingüístico, y de esta misma forma también la neuropsicología nos brinda herramientas teóricas de detección de patologías en la comprensión del lenguaje; como refiere Luria (1974), debemos prestar mucha atención a la organización del cerebro pues éste va ser el que dirija la correcta interpretación lingüística del exterior, en donde el análisis perceptivo primario [o básico] (Valle, 1992) será quien propicie la actividad de la comprensión a través de los órganos visuales, acústicos y motores.
Hasta aquí se esbozó más o menos la secuencialidad que lleva la comprensión lingüística, pero este proceso no sólo trata de secuencias entre un emisor y receptor, sino también, de un contexto social determinado, y como se dijo líneas arriba, es muy importante tenerlo en cuenta pues nos brinda mucha información si tratamos de abordar un caso o sencillamente si somos partícipes de una comunicación lingüística, sea en un diálogo, lectura o cualquier forma de interacción lingüística. Además recordar que la interpretación de lenguaje no sólo es de manera directa, sino que gracias al complejo cerebro que tenemos, podemos contextualizarlo a diversos significados sin que se pierda el objetivo del emisor. Esto lo apreciamos en el lenguaje connotativo; que es, como menciona Luria, una forma de decodificación compleja facilitado por la participación del lóbulo frontal.
Finalmente tener en cuenta que la abstracción que hacemos de la realidad se da principalmente a través del lenguaje, pero esto no sería de esta forma si no se da todo el proceso lingüístico, es decir la codificación y decodificación de manera interactuante en relación a un sistema contextual determinado por la sociedad y cultura donde se movilizan los individuos que entran en esa interacción, hecho que sin lugar a dudas permite poner de manifiesto lo dicho por Ortiz (1997) en referencia a las palabras y frases que emitimos, ya que éstas como parte del proceso cognitivo, tienen un vínculo estrecho con los afectos, sentimientos, motivos, conceptos, reglas morales, entre otras, de la personalidad. Por ello la importancia de conocer el proceso de la comprensión lingüística en su real dimensión – biológico, psicológico, social y cultural, dado que si nos referimos a dicho proceso como mera recepción de información y actividad psicofisiológica, estaremos cayendo a un simple reduccionismo teórico, en el que nos comportaríamos como sujetos parlantes y escuchas sin objetivos claros, cuando en realidad, la comprensión lingüística supone mucho más que eso, ésta integra todo el proceso lingüístico desde lo fonético hasta lo semántico que compone toda la gramática, en constante interacción con los factores biológicos, psicológicos y socioculturales que la neurolingüística, psicolingüística y neuropsicología tienen como compromiso, en estos tiempos, trabajarlos y desarrollarlos a un nivel teórico práctico.
La comprensión lingüística es también un proceso, en el cual el principal objetivo es la interpretación del estímulo verbal que llega a nuestro sistema lingüístico, o para decirlo mejor, psicolingüístico, ya que no sólo se trata de mecanismos físicos y puramente verbales dado que el componente psicológico se encuentra manifiesto y también subyacente en cada actividad del lenguaje. La comprensión del lenguaje supone entonces una interacción de mecanismos biológicos, psicológicos y sociales, organizados en la estructura cerebral del hemisferio izquierdo, donde se sitúa el principal centro de la comprensión lingüística (área de Wernicke), (Morris & Fillenz, 2003). Con esto no estamos tomando parte de un localizacionismo biológico extremo, sino más bien se rescata el concepto de actividad psíquica cuyo soporte biológico excelso es el cerebro, denominado por Di Stéfano (1976) como órgano funcional, responsable fáctico de dicha actividad. Por otra parte Luria (1974) agrega, que en el lenguaje impresivo o receptivo tiene mucho que ver la actividad del hemisferio izquierdo, pues éste mantiene un sistema de conexiones que aíslan o identifican características fonémicas fundamentales o especiales.
Para iniciar la interpretación del lenguaje el “primer paso” es el reconocimiento físico del estímulo, donde nuestro sistema sensorial perceptivo pone en juego su análisis pertinente a los sonidos o formas visuales presentes; aquí es precisamente donde hay que poner mucha atención pues se comete a veces el error de englobar todo este proceso de comprensión al lenguaje escrito, debido a su facilidad de manejo en lo pragmático, sin embargo se nota claramente que el lenguaje hablado o llamado habla, así como el escrito, tienen mecanismos similares, ya que varían sólo en algunos detalles psicofisiológicos. Al no interferir algún elemento, denominado ruido, en la comunicación lingüística, el siguiente “paso” es el reconocimiento psicolingüístico, dado por la percepción de fonemas, así como la identificación de las palabras que faciliten el reconocimiento de frases, sean éstas, aisladas o relacionadas en una oración, para luego llegar a la comprensión de unidades lingüísticas superiores como los textos o discursos verbales. Pero esta secuencialidad no funcionaría si es que no se maneja un mismo código lingüístico – el idioma –, dado que éste es el que va a permitir que nuestro bagaje léxico “reaccione” y permita la decodificación correcta, hecho que recién permitirá la comunicación verbal, así como encontrar dificultades – si las hay –, a nivel social, porque si un individuo no comprende a este nivel, entonces nos da un indicador del poco desarrollo cognitivo que puede tener, al no interpretar un mensaje devenido de su propio contexto cultural social. En este punto ya estamos viendo lo importante que es el conocimiento teórico del factor psicológico y social para poder encontrar ciertos problemas a nivel lingüístico, y de esta misma forma también la neuropsicología nos brinda herramientas teóricas de detección de patologías en la comprensión del lenguaje; como refiere Luria (1974), debemos prestar mucha atención a la organización del cerebro pues éste va ser el que dirija la correcta interpretación lingüística del exterior, en donde el análisis perceptivo primario [o básico] (Valle, 1992) será quien propicie la actividad de la comprensión a través de los órganos visuales, acústicos y motores.
Hasta aquí se esbozó más o menos la secuencialidad que lleva la comprensión lingüística, pero este proceso no sólo trata de secuencias entre un emisor y receptor, sino también, de un contexto social determinado, y como se dijo líneas arriba, es muy importante tenerlo en cuenta pues nos brinda mucha información si tratamos de abordar un caso o sencillamente si somos partícipes de una comunicación lingüística, sea en un diálogo, lectura o cualquier forma de interacción lingüística. Además recordar que la interpretación de lenguaje no sólo es de manera directa, sino que gracias al complejo cerebro que tenemos, podemos contextualizarlo a diversos significados sin que se pierda el objetivo del emisor. Esto lo apreciamos en el lenguaje connotativo; que es, como menciona Luria, una forma de decodificación compleja facilitado por la participación del lóbulo frontal.
Finalmente tener en cuenta que la abstracción que hacemos de la realidad se da principalmente a través del lenguaje, pero esto no sería de esta forma si no se da todo el proceso lingüístico, es decir la codificación y decodificación de manera interactuante en relación a un sistema contextual determinado por la sociedad y cultura donde se movilizan los individuos que entran en esa interacción, hecho que sin lugar a dudas permite poner de manifiesto lo dicho por Ortiz (1997) en referencia a las palabras y frases que emitimos, ya que éstas como parte del proceso cognitivo, tienen un vínculo estrecho con los afectos, sentimientos, motivos, conceptos, reglas morales, entre otras, de la personalidad. Por ello la importancia de conocer el proceso de la comprensión lingüística en su real dimensión – biológico, psicológico, social y cultural, dado que si nos referimos a dicho proceso como mera recepción de información y actividad psicofisiológica, estaremos cayendo a un simple reduccionismo teórico, en el que nos comportaríamos como sujetos parlantes y escuchas sin objetivos claros, cuando en realidad, la comprensión lingüística supone mucho más que eso, ésta integra todo el proceso lingüístico desde lo fonético hasta lo semántico que compone toda la gramática, en constante interacción con los factores biológicos, psicológicos y socioculturales que la neurolingüística, psicolingüística y neuropsicología tienen como compromiso, en estos tiempos, trabajarlos y desarrollarlos a un nivel teórico práctico.
Jorge Luis Chapi Mori- UNMSM
REFERENCIAS:
. Di Stéfano, A. O. (1976). Siquismo Humano. Origen y Estructura. Buenos Aires: Cientec.
. Luria, A. R. (1974). El cerebro en acción. Buenos Aires: Hyspamérica.
. Morris, R & Fillenz, M. (2003). Neurociencias. La ciencia del cerebro. Liverpool: Asociación Británica de Neurociencias.
. Ortiz, P. (1997). La formación de la personalidad. Lima: Dimaso.
. Valle, F. (1992). Psicolingüística. Barcelona: Morata.
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